Hace unas semanas ha empezado la temporada de captura en la costa del cantábrico del verdel o caballa.
Los pescadores se levantan
a las 5 de la madrugada para salir a faenar, a esas horas nocturnas cuando todo
el mundo estamos descansando, ellos salen en busca del verdel, da igual el frío
que haga, lo que llueva o que tengan mala mar, ellos salen de igual manera. No
saben si tendrán un buen día de pesca, si el pescado que cogerán tendrá el
tamaño deseado, pescando con el arte tradicional del anzuelo para respetar el
medio marino (por desgracia no todos lo hacen) y a todo eso, que no es poco, se
le suma todas las trabas que se les pone desde los gobiernos: falta de ayudas,
vedas cada vez más cortas, (bueno, para unos más que para otros), descenso del
precio del pescado, subidas del gasoil.
Después de 12 horas de duras condiciones de trabajo,
llegan a puerto a descargar el pescado, con ayuda de las neskatillas,
quienes se encargan de pesar el pescado depositado en cajas por los marineros. Antes de pesar, se hace una
subasta en la cual los mayoristas pujan para comprar el verdel.
Una vez realizada la compra-venta se entrega el
producto a cada mayorista.
La mayoría de las veces,
cuando los cocineros queremos hacer un plato, pensamos en lo que queremos preparar y cogemos el
teléfono, llamamos a nuestro proveedor y le decimos que nos lo mande cuanto
antes o que para cuando nos lo podría conseguir, sin preocuparnos, casi nunca,
del trabajo que hay detrás de ese producto.
Esto platos son un ejemplo del trabajo final de los sacrificados pescadores
Gracias por vuestro trabajo
Huevas de caballa a baja temperatura con cous cous de verduras
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